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Monterey, Carmel y Big Sur, con la mirada puesta en el océano
Uno no puede venir al norte de California sin experimentar la pintoresca belleza del Big Sur, uno de los pocos lugares de la costa central de California que todavía no ha sido deslucido por la especulación inmobiliaria . Y es que a unos pocos quilómetros de Carmel-by-the-Sea, la Highway One se transforma en una carretera estrecha y zigzagueante que discurre por la escarpada cordillera de Santa Lucia, plagada de Secuoyas Redwood y montañas majestuosas que descienden bruscamente hasta el Océano Pacífico.
Un tramo de unos 190 km que está considerado como una de las rutas panorámicas más deslumbrantes del mundo. Un itinerario perfecto con lugares increíblemente hermosos donde detenerte y absorber la esencia de la belleza natural de la zona, con los rocosos acantilados del BIG SUR como grandes compañeros de viaje.
LONGITUD DEL TRAMO : 197 km desde Monterey hasta Morro Bay
TIEMPO ESTIMADO : Se puede recorrer en un día, aunque para descubrir las grandes riquezas de la ruta hay que dedicarle, al menos, un par de ellos. Sería una lástima renunciar, por ejemplo, a los paseos por Carmel o a las excursiones por los senderos de los parques naturales.
La Pacific Coast Highway y el Big Sur
La legendaria PACIFIC COAST HIGHWAY O HIGHWAY 1 es una autopista estatal que durante sus más de 900 km recorre algunos de los paisajes más bellos y salvajes de la costa del Pacífico, alcanzando su máximo esplendor en una de las rutas escénicas más fascinantes de los EE.UU, los 190 km que van desde Monterey y Carmel by the Sea hasta Morro Bay, en la costa central de California. Un tramo que recorre el BIG SUR, una región dominada por las montañas de Santa Lucía, cuyas pendientes junto al océano forman espectaculares acantilados desde los que obtienen vistas incomparables.
No es que sea demasiada distancia, pero es que esta parte del litoral californiano situada entre San Francisco y Los Angeles condensa lugares y momentos de una belleza sublime, con densos bosques, playas de colores increíbles, leones marinos, acantilados espectaculares, pueblos de ensueño, puentes alucinantes, cascadas que mueren en calas vírgenes… y, en general, un encanto natural difícil de describir y que nada tiene que ver con las televisivas imágenes que nos llegan sobre California.
Monterey
A menos de 2 horas de San Francisco, Monterey, una pequeña y tranquila ciudad a orillas del Pacífico, ofrece un acuario de fama mundial y dos lugares muy populares para los turistas y lugareños que quieren dar un paseo con vistas al océano, ir a la playa o comer en un entorno agradable.: Cannery Row y Old Fisherman´s Wharf.
Entrada al Old Fisherman´s Wharf
La atracción más celebrada de Monterey es el prestigioso ACUARIO DE LA BAHÍA DE MONTEREY.
Construido en una fábrica de conservas de sardinas desaparecida hace ya mucho tiempo, permanece abierto desde 1984, ofreciendo a los visitantes todo tipo de fauna marina, desde tiburones martillo y nutrias marinas, hasta bancos de relucientes anchoas del norte.
Un pequeño paseo lleva hasta otro de los imperdibles en Monterey, CANNERY ROW, un área comercial y de entretenimiento muy concurrida. Originalmente, la zona albergaba una vibrante industria de conservas de sardinas, pero después de la Segunda Guerra Mundial, la pesca de sardinas cesó, en gran parte por la sobreexplotación. La industria colapsó y con ella sus fábricas.
Algunos años más tarde, John Steinbeck, el de las «Uvas de la ira«, publicó «Cannery Row» donde idealiza la avenida Ocean View de Monterey y la industria pesquera de la zona. Con el libro, muchas personas vinieron a visitar la ciudad y esta revitalizó.
Poco después, la Ocean View Avenue de Steinbeck pasó a llamarse Cannery Row, en su honor.
Hoy en día, las aguas de Monterey están protegidas como un santuario marino y están repletas de vida. La calle se ha reinventado a sí misma acondicionando antiguos edificios de conservas en restaurantes, galerías, estudios de artistas y tiendas. También abundan los recordatorios sobre las localizaciones sobre las que escribió el ganador del Premio Pulitzer, John Steinbeck, en «Cannary Row».
Old Fisherman´s Wharf
OLD FISHERMAN´S WHARF es quizás la zona de ocio más conocida de la ciudad. Cuando decayó la pesca comercial, este antiguo muelle y mercado (1846) fue reconvertido en un centro de recreo muy popular y en uno de los símbolos de Monterey. Además de incluir tiendas de recuerdos y restaurantes donde comer pescado fresco, también hace de embarcadero. Y es que desde aquí salen las excursiones en barco para descubrir uno de los reclamos menos conocidos de la ciudad: el avistamiento de ballenas. Para ver leones marinos no hace falta contratar ningún tour, se ven muchos desde el mismo muelle.
Pebble Beach
Una de sus atracciones es la 17-Mile Drive , una carretera escénica ( de peaje ) que serpentea entre espectaculares acantilados, playas de arena blanca, bosques místicos e icónicos campos de golf.
Hay que tomarse el tiempo necesario para recorrer este tramo de carretera y sumergirse por completo entre las maravillas de esta joya junto al mar. sin olvidarse de tener preparada la cámara de fotos… Y es que es probable que uno se tope con sorpresas, como ciervos pastando por los campos de golf, escandalosos leones marinos cerca de Bird Rock o con las increíbles vistas desde China Rock.
La entrada a Pebble Beach Resorts y 17-Mile Drive es de $ 11.25 (2022) por vehículo, que se reembolsan con una compra de $35 o más en cualquiera de los restaurantes de Pebble Beach Resorts, excepto Pebble Beach Market. Tras abonar el pago en cualquiera de las cinco puertas de entrada recibes un folleto como el de arriba que detalla los muchos puntos de interés escénicos e históricos a lo largo de la ruta ( … y también sirve como recuerdo perfecto ).
Carmel by the Sea
Junto a Monterey, y a las puertas del Big Sur, se encuentra el pequeño e idílico pueblo de Carmel by the sea, que cuenta con poco menos de 4.000 habitantes y es conocido mundialmente por su ambiente bohemio, su afición por el arte, que se hace visible a través de sus más de 100 galerías en las que se puede ver y comprar todo tipo de obras, sus excelentes tiendas y restaurantes, su hermosa playa de arena blanca, sus bonitas casas de madera…
… Y por ser unos de los destinos más populares para mascotas.
Carmel ha mantenido intacta la esencia de su creación como comunidad dedicada al arte y la bohemia, así que, de momento, las grandes cadenas de moda o los restaurantes de comida rápida no son bienvenid@s. Sus singulares casas tipo cabaña, sus patios y sus tranquilas calles adornadas como si se tratara de un decorado son ahora un lujo exquisito para unos pocos privilegiados.
La mejor forma de visitar Carmel es a pie.
La encantadora y refinada Ocean Avenue presume de boutiques exclusivas, comercios de comida delicatessen o tiendas para mascotas, aunque también hay algo de espacio para los bolsillos más estrechos, con puestos de ropa y regalos más asequibles.
Las calles de Carmel-by-th-sea están llenas de hermosas viviendas ajardinadas como estas.
La historia de la ciudad se remonta a finales de 1771, cuando Fray Junípero Serra, al frente de los Franciscanos, fundó la Misión de San Carlos Borromeo de Carmelo, la segunda de las 21 misiones que construyeron entre 1769 y 1823 en la Alta California con el fin de evangelizar a los nativos. Los restos del fraile, que murió aquí en 1784, descansan en la basílica de la Misión, situada a unos pocos minutos en coche del centro de Carmel.
Carmel, ciudad de mascotas…
La profunda devoción de la legendaria cantante, actriz y activista Doris Day por los animales ayudó a poner en marcha el Cypress Inn, un hotel pionero en alojamientos que aceptan mascotas y uno de los hoteles boutique mas queridos de Carmel desde su inauguración en 1929. El establecimiento siempre presumió de ser la posada «más amable con las mascotas» en la ciudad «más amable con las mascotas». Durante más de 20 años fue su orgullosa copropietaria.
«Cypress Inn cree firmemente que las mascotas de todas las formas, tamaños y razas son una parte integral de la familia y son bienvenidas para unirse a sus humanos durante su estadía en el hotel».
… y de personajes ilustres.
Entre 1986 a 1988 Clint Eastwood fue el alcalde de Carmel. En la actualidad es el propietario del histórico Mission Ranch Hotel, que él mismo se encargó de restaurar. No es el único personaje ilustre que tiene o ha tenido su parcela en Carmel. El compositor de bandas sonoras Alan Silvestri, Charles Chaplin, Kevin Costner, Brad Pitt o Doris Day son algunos otros. Los campos de golf de Pebble Beach son también frecuentados por famosos de todo tipo.
MISSION RANCH HOTEL & RESTAURANT
El histórico Mission Ranch es una joya situada en un entorno solitario, idílico y verdaderamente único, con vistas sobre Point Lobos, Carmel River Beach y el Océano Pacífico. Un lugar muy especial para una escapadas romántica o unas vacaciones en familia.
El rancho, que data del 1800 fue una de las primeras lecherías en California. Fue restaurada por el ex alcalde de Carmel-by-the-Sea, Clint Eastwood, que reside en Carmel desde hace mucho tiempo, para convertirla en un resort de UN LUJO QUE NO ES EXCESIVAMENTE PROHIBITIVO.
Ya sea para hacer una parada rápida para comer, o para pasar la noche (a mi no se me ocurre un lugar mejor para dormir) este sitio tiene que formar parte de un viaje por el Big Sur, aunque solo sea para disfrutar de los hermosos terrenos y las ovejas pastando en el prado… Además, durante su estancia, los huéspedes también pueden utilizar las instalaciones del Mission Ranch Tennis and Fitness Club, propiedad de la finca.
El Big Sur
Un verdadero paraíso para los amantes dela naturaleza y un sueño para los aficionados a la fotografía.
Saliendo de Carmel-by-the-Sea en dirección sur, la Highway 1 se transforma en una de las rutas panorámicas más deslumbrantes y pintorescas del mundo. Son unos 190 km de carretera estrecha y zigzagueante que recorren la costa por la escarpada y montañosa cordillera de Santa Lucía, elevada bruscamente frente al océano pacífico a lo largo de una pintoresca costa central de California que todavía no ha sido deslucida por la especulación inmobiliaria.
«El encuentro entre el mar y la tierra más impresionante del mundo», en palabras del escritor británico Robert Louis Stevenson
Es gratuita y lo único que se tiene que hacer es conducir y disfrutar lentamente de cada uno de sus regalos. Dejarse cautivar por las montañas y por el azul infinito del Océano… Por las olas que chocan contra los rocosos acantilados, por las ballenas que, con un poco de suerte se pueden ver en el horizonte y por las idílicas playas y los elefantes marinos que las han conquistado.
Los cielos nublados y neblinosos son muy comunes en esta parte de California, especialmente por las mañanas, lo cual no hace más que aumentar la belleza accidentada del Big Sur.
Y para observar todo esto hay muchos apartaderos donde dejar el coche y recrearse con las espléndidas vistas. Todos perfectamente señalizados.
La parte norte del Big Sur está a unas dos horas en coche de San Francisco, lo que la convierte en una excursión perfecta de uno o dos días.
Point Lobos State Natural Reserve
A sólo 6 km de Carmel-by-the-Sea se encuentra la que, para algunos, está considerada como la «joya de la Corona» de los 280 parques estatales de California, la Reserva Natural Estatal de Point Lobos, un hermoso tesoro formado por costas rocosas, acantilados fuertemente golpeados por el mar y una fascinante vida salvaje que atrae a los amantes de la naturaleza y de las hermosas vistas de todo el mundo. Además, algunas de sus riquezas son de interés científico, como formaciones geológicas únicas y una flora y fauna increíblemente variada, tanto en la tierra como en el mar.
La visita puede llevar al menos un par de horas ya que hay unos cuantos senderos por recorrer. Uno de los más pintorescos es el Bird Island Trail, una senda de 1.7 km donde se pueden ver leones marinos, nutrias y cormoranes. De camino, hay buenas vistas de dos playas de arena blanca: la pequeña China Cove, con sus brillantes aguas turquesas, y la más larga, Gibson Beach, a la que sepuede acceder a través de una escalera.
El precio por disfrutar de una mañana salvaje es de unos simbólicos 10$ por vehículo que, además, servirán para el aparcamiento y el parque de Julia Pfeiffer Burns durante el mismo día.
El sitio web del parque tiene un mapa interactivo: Consúltalo aquí.
ROCKY POINT RESTAURANT, un restaurante con vistas
A 15m al sur de Carmel hay un tesoro escondido: el Rocky Point Restaurant, que puede que sea el más acogedor a lo largo de la costa del Big Sur.
Encaramado en un acantilado, desde aquí se obtienen unas vistas particularmente hermosas sobre el Océano Pacífico. Tanto desde el interior, a través de ventanas panorámicas, como desde la terraza al aire libre, se divisan nutrias marinas, focas, delfines o, con un poco de suerte, ballenas que migran por la costa.
Rocky Point también es un buen lugar para pasear, ya que junto al restaurante hay un par de rutas muy accesibles que se pueden recorrer hacer antes o después de comer. Hasta se puede ver el Bixby Bridge a lo lejos.
Castle Rock View Point / Bixby Creek Bridge
A unos 21 kilómetros al sur de Carmel se halla este mirador con vistas hacia uno de los lugares más fotografiados del Big Sur: el Bixby Bridge, el famoso puente que se eleva 85 metros sobre la desembocadura del río Creek. Uno de los más altos del mundo en su género y una maravilla de la ingeniería que data de 1932. Además, sus 218 metros de longitud, lo convierten en el puente de arco de hormigón más largo de California.
Por razones de seguridad, en 1998 fue reacondicionado para resistir terremotos en 1998. Debido a la complejidad de la obra, la modernización tardó 2 años en completarse y tuvo un coste de más de $20 millones. Y ni siquiera cumple con los estándares actuales para la construcción de puentes: sólo tiene una anchura de 7 metros, cuando lo mínimo son casi 10.
El puente se puede observar desde múltiples puntos de vista pero, sin duda, la mejor panorámica, la que te hará temblar las rodillas, la tendrás desde el apartadero de Castle Rock ¡A ambos lados de la carretera!
Pfeiffer Beach
La mayor parte del embellecimiento de Big Sur es visible: las altas montañas, una costa irregular y el hermoso azul del océano, pero también hay otros tesoros que están prácticamente ocultos.
Pfeiffer Beach es uno de ellos, una joya escondida que no se ve desde la autopista. Es más, el desvío hacia Skymore Canyon Road, la carretera que baja a Pfeiffer Beach ( a unos 22 km de Bixby Bridge ) no está bien señalizado, por lo que es fácil pasarse de largo.
El desvío está marcado solamente por un letrero amarillo que dice «Narrow Road», a unos unos 3km del cual se encuentra el área de aparcamiento desde donde se llega fácilmente a la arena a través de un breve paseo por un sendero de tierra rodeado de cipreses.
En la misma arena, la escena es sobrecogedora: una gran playa con forma de media luna custodiada por altos acantilados y formaciones rocosas insólitas. Un paisaje solitario e idílico donde el mayor entretenimiento es observar cómo las olas rompen contra los inmensos agujeros de las rocas. Hermosas puertas a través de las cuales se puede ver la inmensidad y la fuerza del mar.
BIG SUR BAKERY
Situada entre el Bixby Bridge y Julia Pfeiffer State Park, a la altura de Pfeiffer Beach, la Big Sur Bakery es una parada perfecta para comprar pan recién hecho, pasteles o pizza al horno de leña. La panadería está ubicada en una encantadora casa estilo rancho de los años 30 con mesas limitadas, por lo que aconsejan reservar para el brunch y la cena.
NEPENTHE RESTAURANT
Muy cerca, hacia el sur, el restaurante Nepenthe es famoso por sus vistas desde la terraza. También recomiendan reservar con antelación.
Julia Pfeffer Burns State Park / McWay Falls
El mayor reclamo de este pequeño parque estatal, situado a unos 35-40 minutos al sur de Bixby Bridge, es una preciosa cala sorprendentemente idílica que contiene la única cascada de California que muere en el Pacífico.
McWay Beach, que es como se llama, se puede ver desde la carretera, pero la experiencia no sería completa si no se recorre el McWay Waterfall Trail, un sendero panorámico de casi 1 km. que discurre entre Redwoods, dramáticas vistas sobre la costa y un mirador en el que observar cómo las aguas azul turquesa entran y salen haciéndose un hueco entre las rocas. También vale la pena ver de cerca la cascada McWay Falls , que no es que sea especialmente grande, pero sí muy llamativa ya que cae por un precipicio de 25 metros de paredes de granito hasta una pequeña playita entre montañas, formando una composición paisajística magistral.
Y aunque apetezca mucho bajar a ver la escena desde dentro, desafortunadamente, no hay acceso a la cala ni a la cascada. La peligrosidad del terreno lo impide y cualquier intento de llegar a ella es sancionable ( aquí se pueden consultar las condiciones del parque), por lo que habrá que quedarse con la maravillosa experiencia de ver la playa y el océano pacífico desde el sendero… Y si es posible, al atardecer. ¡Hasta puede que se vean ballenas!.
McWay Falls, la cascada que cae directamente sobre la arena púrpura de McWay Beach
Desde el mirador de McWay Waterfall Trail se puede ver el lugar donde se encontraba la CASA DE LA CASCADA, la residencia de Lathrop y Helen Hooper Brown.
La casa, desaparecida hace mucho tiempo, todavía conserva sus palmeras importadas, algunos escalones y su terraza.
La forma en que los Brown llegaron a poseer una propiedad tan notable se remonta al siglo XIX. En aquellos tiempos, grandes extensiones terreno salvaje de California fueron cedidas a pioneros dispuestos a trabajarlas. Una gran parte del Big Sur fue a parar a Christopher y Rachel McWay, quienes se hicieron cargo de ellas en 1887. Lo llamaron Saddle Rock Ranch y se ocuparon de él hasta que lo vendieron en 1924 a los Brown, quienes construyeron la Casa de la Cascada.
Viendo el entorno, es difícil imaginar por qué alguien abandonaría un lugar así, pero lo cierto es que cuando Lathrop murió, Helen cedió su rancho al estado, aunque con un par de condiciones: primero, debía de ser un parque estatal dedicado a la memoria de una buena amiga, Julia Pfeiffer Burns, una pionera muy respetada por los habitantes de la zona debido a su gran devoción por el Big Sur. En segundo lugar, antes de cinco años Waterfall House tenía que convertirse en un museo dedicado a la historia y la cultura de Big Sur. De no ser así, la casa debería ser demolida.
Pero en este pequeño rincón natural del Big Sur no sólo hay una catarata con un final idílico. El parque es el hogar de cientos de Redwoods, una especie de sequoya con más de 3.500 años de antigüedad. Además es un gran punto de observación para ballenas grises, leones marinos y muchas aves costeras que habitan la zona.
ES FÁCIL VER POR QUÉ ESTE LUGAR ATRAJO A LOS McWAYS, PFEIFFERS Y BROWNS… AQUÍ HAY MÁS BELLEZA DE LA QUE PUEDE CAPTAR CUALQUIER IMAGEN.
Para acceder al parque y al sendero se tiene que abonar una tarifa de entrada, que también cubre el estacionamiento. No hará falta si en el mismo día ya se ha visitado Point Lobos State Park ya que es la misma entrada para los dos parques. Eso sí, para controlar la cantidad de personas que pueden estar ahí a la vez, el estacionamiento está limitado. Al mediodía los fines de semana puede que haya problemas. Y no hay otro estacionamiento cerca, por lo que habrá que esperar a que alguien se vaya.
Por cierto, puede que no haya a nadie a quien abonar los 10$ que cuesta la visita. En ese caso, en el aparcamiento hay un buzón en el que depositar un sobre con el dinero y la anotación de la matrícula. * Esta práctica es habitual en muchos parques en Estados Unidos, ya que la gente en este país suele ser muy responsable con sus obligaciones.
AVISTAMIENTO DE BALLENAS
Entre finales de noviembre y principios de febrero, las ballenas grises navegan cerca de la costa durante su migración hacia las cálidas aguas de Baja California y México para su reproducción y cría. Suelen viajar en grupo y son fáciles de identificar gracias a sus característicos chorros de agua. Desde finales de febrero a principios de abril, la migración se invierte y se puede ver como regresan hacia el norte en busca de alimento en el mar de Bering, en la gélida Alaska. El mirador de McWay Falls Trail, es un lugar excelente para observar estos fenómenos.
Ragged Point
A casi 60 km de Julia Pfeiffer Burns State Park se encuentra el que, para algunos, es el mirador con mejores vistas sobre los acantilados: Ragged Point Vista. Además, tiene el incentivo del estacionamiento gratis, los baños públicos y uno de los pocos restaurantes de la zona.
Desde aquí se puede coger el sendero Ragged Point Cliffside, de 1 km aproximadamente, que llega, después de pasar cerca de las Black Swift Falls, de 90 metros de altura, hasta Young Creek Beach, una fabulosa playa paradisíaca de arena negra La caminata, eso sí, es exigente y necesita de un buen calzado.
Vistas desde Ragged Point
Piedras Blancas
Elephant Seal Vista Point, playas colonizadas por familias de elefantes marinos que viven impasibles ante la mirada de turistas y viajeros.
De camino a Cambria, se puede visitar el refugio Piedras Blancas Friends of the Elephant Seal, donde descansan, se aparean y pelean muchos de estos enormes pinnípedos.
Hearst Castle
La ruta pasa por el excéntrico y delirante Hearst Castle, la mansión del periodista, inventor de la prensa sensacionalista y magnate de los medios de comunicación del s.XX, William Randolph Hearst (1863-1951), inmortalizado en la Gran Pantalla por Orson Wells en «Ciudadano Kane».
Hearst comenzó a construir una finca colosal en la cima de una colina con vistas a la localidad de San Simeón en 1919. El enorme retiro, al que llamó «Enchanted Hill», incluía una enorme mansión de 38 habitaciones con 50 hectáreas de terrazas, piscinas, fuentes ornamentales, jardines, pistas de tenis, cine y el mayor zoo privado del mundo. Todo levantado según los caprichos del multimillonario.
Las ostentosas estancias de la finca están decoradas con más de 25.000 valiosas antigüedades, muchas de ellas compradas a una Europa devastada tras la II Guerra Mundial.
Tan llamativas como la mansión, son sus piscinas principales, inspiradas en la Antigua Roma:
Neptune, llamada así por la estatua del dios griego que la preside, es una delicia. Con aguas que reflejan un brillante tono turquesa frente a la fachada de un reconstruido templo romano importado por Hearst desde Europa hasta California.
El desarrollo de su construcción define bien el carácter caprichoso de Hearst.
En 1922 compró unos fragmentos de un templo romano, que mandó colocar en uno de los jardines del castillo con un estanque para que se reflejaran en él. Un par de años más tarde, pidió que el estanque se convirtiera en una piscina para sus hijos. En 1926 amplió la piscina y le colocó una cascada. Un año después la recubrió de marmol y mandó añadir vestuarios y una terraza. Y en 1931, que se derribara para construir una nueva, la actual, que se levantó entre 1934 y 1936.
La Neptune Pool se construyó entre 1924 y 1936, ya que hizo falta cimentar hasta 3 piscinas, cada una de ellas sucesivamente más grande, para que W.R. Hearst quedara satisfecho con el resultado. Foto: John Perser. https://www.flickr.com/photos/webnuts/8704172844/in/album-72157633392133947/
La piscina interior, a la que llamó Roman Pool, se construyó entre los años 1927-34 simulando unos antiguos baños romanos. Está decorada con mosaicos de colores intensos y ocho estatuas de héroes y dioses de la mitología clásica que, juntos, se combinan para crear un efecto impresionante.
Además, el soberbio recinto también fue diseñado para acoger una sala de ejercicios, una pista polideportiva, baños de vapor y unos vestuarios.
Finalmente, en 1957, la propiedad de Hearst Castle fue donada al Estado de California por la Corporación Hearst, siendo visitable desde entonces.
Cambria
Cambria es un pueblo junto al mar pero no es un pueblo de playa. La mayoría de la gente lo conoce como la puerta de entrada a Hearst Castle, aunque su ambiente creativo, sus encantadoras casitas de madera, la animada Main Street y su entorno natural a lo largo de un escarpado tramo de costa, lo convierten, por sí mismo, en un destino irresistible.
Morro Bay
Puede que la actividad más interesante para hacer en Morro Bay sea sentarse al atardecer en cualquiera de los numerosos bares y restaurantes del puerto, pedirse un buen tazón de café americano y esperar a ver cómo se pone el sol por detrás de ese curioso peñón llamado «Morro Rock».
Morro Rock, el pedazo de roca volcánica que sobresale de las aguas del puerto, marca el fin ( o el principio ) del viaje por el Big Sur. La puesta de sol es sublime.
CONSEJOS PARA UNA ESCAPADA POR EL BIG SUR
- Por desgracia, la Highway 1, a la altura del Big Sur es muy sensible a las inclemencias climatológicas y no es extraño el cierre de alguna sección de la ruta a causa de algún desprendimiento de roca o tierra. Por tanto, hay consultar el estado de la carretera si se tiene previsto hacer una escapada, ya que una vez en el Big Sur, si la carretera está cortada, la única opción de seguir adelante es volver para atrás, hasta Carmel. No hay vías alternativas.
- Los que decidan recorrer algún sendero tienen que seguir el camino pautado, ser respetuoso con el medio y respetar las señales. Por la propia seguridad y por mantener el hábitat.
- En general, en la Costa del Big Sur hay pocos servicios como restaurantes, supermercados, tiendas, gasolineras. Esto ayuda a mantener su naturaleza virgen y accidentada, pero también significa que hay que estar preparado para la visita. Procurar llevar algo de comida en el maletero, por si acaso, es una buena idea. O comprar sándwiches u otros alimentos en Monterey para hacer un picnic en algún mirador. Hay que asegurare también de disponer de suficiente gasolina antes de salir de Monterey (asumiendo que se viene del área de la bahía).
- Hay que descargar o fotografiar los mapas de la zona o lo que se necesite de internet antes de llegar, ya que es probable que en algunos momentos no se disponga de cobertura en el móvil.
- Tener en cuenta que la highway 1 es una carretera de montaña de dos carriles llena de curvas. Si se es propenso a marearse, se recomienda dormir, desayunar bien y, sobre todo, evitar mirar el móvilo.
- El clima en el Big Sur es muy impredecible, independientemente de la época del año. Por lo general el día se despierta frío y envuelto en una bruma densa. Como si estuviera enfadado. Pero ni la niebla más espesa impide que puedas disfrutar de la ruta como se merece a medida que vaya avanzando el día.
-
Levántarse pronto hará que apenas haya otros viajeros en los miradores, por lo que se podrá disfrutar del espectáculo prácticamente a solas. Y es que hacia el mediodía, ya puede resultar difícil aparcar en los puntos de observación. A no ser que se tenga muy claro, es mejor olvidarse del tiempo y dejar un poco de margen a la improvisación. Nunca se sabe…
- Asegúrarse de llevar alguna capa de más, aunque sea en pleno julio. No olvidar el protector solar, gafas de sol y también un gorro de lana y un abrigo (en invierno).
- Por último, no olvidar traer la cámara y reservar un tiempo extra para tomar fotos memorables.