Antes de llegar a Prípiat, hay que cruzar el PUENTE DE LA MUERTE, uno de los lugares más legendarios y controvertidos de la zona de exclusión. Situado a la entrada de la ciudad fantasma y a apenas 2 km de la Central Nuclear, sobre él se extiende uno de los mitos más populares sobre Chernóbil, según el cual, la misma noche de la explosión del reactor, algunas personas, movidas a partes iguales por la ignorancia y la curiosidad se acercaron al puente para ver el incendio de la planta…
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carreteras infinitas
Chernóbil

«Y cayó del cielo una estrella que ardía como una antorcha, y cayó sobre la tercera parte de los ríos y de las fuentes de agua. Y el nombre de esa estrella es “ajento”. Y la tercera parte de esas aguas se convirtió en ajenjo y un sinnúmero de hombres perecieron por las aguas, porque estas se tornaron amargas».
Apocalipsis de San Juan

En la plaza central de la ciudad de Chernóbil hay una estatua llamada “Wormwood Star Memorial”, que representa el tercer Ángel de la Apocalipsis, un personaje bíblico que guarda una siniestra relación con este lugar. Según la Biblia, ese ángel provocó la salida de una estrella, un astro de grandes dimensiones que se precipitó sobre la tierra, contaminando las aguas y todo lo que encontró a su paso. El nombre de la estrella en cuestión era Ajenjo, un dato que sería insignificante si no fuera porque ajenjo en ucraniano, macabra casualidad, significa Chernóbil.
Esa noche, la gente de Prípiat observó una estrella nuclear… Y no sólo contaminó sus aguas
Si algo ha revelado Chernobyl, la memorable serie de HBO, es el carácter hipnótico que la catástrofe ha adoptado en la memoria popular. La fascinación por todo lo que pasó durante aquella desgraciada noche de la primavera de 1986 va mucho más allá de lo estrictamente histórico.
Aquella madrugada del 26 de abril de 1986 el mundo tembló. Durante un prueba en la que se simulaba un corte en el suministro eléctrico de la central nuclear Vladimir Ilich Lenin, un aumento súbito de potencia en el reactor 4 terminó provocando una explosión y un sinfín de acontecimientos apocalípticos.
Se estima que el número de elementos radiactivos expulsados a la atmósfera en Chernóbil supera 500 veces los emitidos por la bomba atómica de Hiroshima en 1945. Las víctimas directas de la catástrofe son oficialmente 31, pero las reales se cuentan per centenas de miles, incluyendo las 116.000 personas que perdieron sus hogares y su forma de vida tras la evacuación.
El estado ruinoso de Pripyat, la seducción del abandono y la decadencia, los héroes olvidados de Chernóbil, el resurgimiento de la fauna del lugar y, muy especialmente, todos los supuestos de lo que pudo haber sido y no fue… Su atractivo es difícil de explicar, pero lo cierto es que muchas personas encuentran algo de encanto en el hecho de contemplar el antes, el durante y el después del apocalipsis nuclear.
Para los interesados en fantasear sobre las catástrofes y el fin de la humanidad, Chernóbil es una figura capital: ¿Qué habría pasado, por ejemplo, si los vientos hubieran resuelto soplar hacia Kiev y no hacia los despoblados bosques del sur de Bielorrusia? ¿Y si los liquidadores no hubieran cubierto las entrañas del ruinoso reactor? ¿Dónde estaríamos todos si tres héroes anónimos no hubieran vaciado los contenedores de seguridad de debajo el reactor?
Lo que viene son una serie de escritos realizados con la máxima austeridad. Algunos ilustran con rigurosidad pero sin ninguna pretensión docente lo que pasó aquellos días en Chernóbil. Otros son la crónica de una visita a la llamada Zona de exclusión, los 30 kilómetros que rodean el reactor 4.
El único fin es acercar al lector a la realidad de aquel desastre que detuvo la vida en ese fatídico 26 de abril de 1986 y concienciar sobre las víctimas y las consecuencias del accidente nuclear más grave de la historia de la humanidad.
Espero de todo corazón que te guste y que te haga reflexionar.
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Visita a la zona de exclusión de Chernóbil
La visita a la zona de exclusión es, sencillamente una experiencia única, casi mística. Tan empática y respetuosa con el sufrimiento de las víctimas que te obliga a imaginarte su dolor cuando compruebas cómo las ciudades y los pocos pueblos que aún quedan en pie mantienen edificios extemporáneos, abandonados y ruinosos que esperan pacientemente a que la maleza se apodere definitivamente de ellos.
La ciudad abandonada de Prípiat.
Con una edad promedio de 26 años, Prípiat tenía todo lo que representaba el sueño utópico del desarrollismo socialista. Disponía de todos los lujos de una ciudad próspera: estación de trenes, puerto, hospital, centro de cultura, piscina, gimnasio, cine, hotel, estación de bomberos… y más de 10 guarderías. Hasta un parque de atracciones a punto de estrenarse.
La central nuclear Vladimir Ilich Lenin, a sólo 3 km, era una fuente de orgullo para los muchos residentes que se desplazaban hacia allí para trabajar.
El panorama pues, era próspero. Una prosperidad que muy pronto se vería truncada. El 26 de abril de 1986 las vidas de los casi 50.000 vecinos de Prípiat quedarían destrozadas para siempre.