HISTORIAS DE LA RUTA 66: Grand Canyon Caverns
En 1927, Walter Peck, un joven leñador de la zona, dio por casualidad con un gran agujero en la tierra, que decidió explorar con unos amigos. Con una cuerda atada a la cintura, uno de ellos bajó y al tocar suelo descubrió una suerte de decorado con reflejos y colores que le hicieron pensar que habían encontrado oro, plata o cualquier otro mineral precioso. Cuando lo subieron a la superficie mostró emocionado algunas muestras de los minerales que acababa de ver. Además de eso, contó a sus amigos que había visto los restos de dos esqueletos humanos y de una silla de montar en una repisa, a 15 metros de profundidad
Grand Canyon Caverns
La historia causó un gran revuelo en la gente y para cuando los periódicos terminaron con explicar la historia, los huesos ya se habían convertido en los restos de un cavernícola prehistórico y la silla de montar se había desvanecido.
Mientras todo esto sucedía, Walter Peck compró 80 hectáreas de terreno y lo acondicionó para extraer oro pero, para su desgracia, lo que descubrió fue que había gastado su dinero en una fábrica de óxido. Aquello que reflejaba la luz de la linterna no era nada que tuviera valor. Aunque desengañado y arruinado, seguía siendo joven y emprendedor, así que pronto se le ocurrió una nueva idea. Decidió abrir la caverna a los viajeros cobrando 25 centavos por la entrada, una visita que incluía la experiencia de ver a un supuesto hombre de las cavernas.
Finalmente, en la década de 1960 se desveló cómo terminaron los dos esqueletos y la silla de montar en una repisa de la caverna:
Durante el invierno de 1917-1918, un grupo de indios Hualapai que cortaba leña quedó atrapado en medio de una tormenta de nieve. Dos de ellos murieron.
La tormenta terminó a los tres días, pero ahora no podían cavar una tumba. El suelo estaba helado y había caído más de un metro de nieve. Los Hualapais necesitaban llevar al resto de sus hombres a casa, pero, ¿qué podían hacer con los dos cadáveres? En su camino toparon con un pequeño agujero de unos 15 metros oculto a la vista, así que lo usaron para enterrar a los dos hermanos. Hasta donde ellos sabían, era solo un agujero de 15 metros de profundidad. Nunca supieron que el fondo real tenía más de 60 metros.
Debido a que el hoyo había sido utilizado para enterrar a estas dos personas, los Hualapais consideraban esta área sagrada. En los años 60, se hicieron unos trabajos de acondicionamiento de los accesos que consistieron en sellar la vieja entrada para siempre, construir una nueva e instalar un moderno ascensor con el que poder acomodar a más de una persona a la vez. Cuando el ascensor estuvo operativo en 1962, la entrada natural fue sellada para siempre según un acuerdo con los indios.
Experiencias cercanas
Entrada al Gran Cañón West + paseo en helicóptero y barco
Disfruta de un día inolvidable con un paseo en barco por el río Colorado y un paseo en helicóptero sobre el Gran Cañón West. ¡Visitarás además sus famosos miradores!
GRAN CANYON CAVERNS & INN
Reservando con un poco de antelación existe la posibilidad de dormir en la habitación de hotel más grande, antigua, profunda, oscura y silenciosa del mundo, la suite subterránea de la cueva. Más de 700 metros cuadrados, entre muros de más de 65 millones de años, a 70 metros de profundidad y con ausencia de cualquier luz natural. Ni siquiera hay seres vivos, ya que la ausencia de humedad no permite que haya vida alguna.
El capricho puede salir alrededor de 800€ la noche. Eso sí, la intimidad durante las horas de visita no está garantizada, ya que los recorridos guiados pasan por ahí.
GRAND CANYON CAVERNS & INN, AZ-66, Peach Springs, AZ 86434, Estados Unidos
El motel también ofrece muchas otras habitaciones en la superficie, todas temáticas.