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NUEVO MEXICO (1): Glenrio. Km 1.959

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9 Jul, 2025
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NUEVO MEXICO (1): Glenrio. Km 1.959

por | Jul 9, 2025 | RUTA 66, RUTA 66 NUEVO MÉXICO

Los pueblos abandonados en este viejo y desgastado tramo de la Ruta 66  suelen ser visitados por unos pocos apasionados de la Ruta 66. Ya sea por falta de tiempo, interés o desconocimiento, muchos turistas no pasan por lugares como Glenrio, con quilómetros de carretera sin asfaltar y salpicados de edificios polvorientos que llevan abandonados mucho tiempo. 

Caminar por fuera de la carretera y aventurarse hacia los edificios puede resultar tentador para los aficionados a la decadencia y la fotografía, pero hay que ir con cuidado y llevar botas o protectores ya que, a juzgar por la cantidad de agujeros que hay en el suelo, puede que la población de serpientes de cascabel sea grande. No es una tontería, el hospital más cercano no está, precisamente, a la vuelta de la esquina.

Glenrio ( Texas & Nuevo México )

Muchos pueblos se desvanecieron en mayor o menor medida después de la construcción de la autopista interestatal. GLENRIO no fue una excepción y se convirtió de la noche a la mañana en un auténtico pueblo fantasma. Sus cafés, estaciones de servicio y moteles vacíos dan fe de que los viajeros lo olvidaron rápidamente.

Ahora sólo quedan los restos dispersos de un pasado más feliz, cuando el pueblo ciudad recibía, alimentaba y acogía a los viajeros en su camino hacia California, y un solo habitante, la viuda del propietario de un restaurante que fue asesinado en 1976…

Glenrio: Población: 1 (2025). Altura: 1.175 m. Está ubicado entre los condados de Deaf Smith, Texas y Quay County, Nuevo Mexico.  Zona horaria: Central (CST): UTC menos 6 horas. Verano (DST) PDT (UTC-5).

Como tantas otras ciudades a lo largo de la Ruta 66, Glenrio creció con los viajeros de la Carretera Madre y murió en cuanto el tráfico disminuyó. Hoy, es una ciudad remota y olvidada que está situada a ambos lados de la frontera de Nuevo Mexico y Texas, pero hubo un tiempo se convirtió en una parada obligada a medio camino entre las ciudades de Amarillo, en Texas, y Tucumcari, en Nuevo México, a una distancia lo suficientemente grande entre ellas ( para los coches de la época ) como para que tuvieran que hacer un descanso entre un sitio y otro.

O parabas en Glenrio o no lo hacías en ninguna parte.

El Distrito Histórico de Glenrio está inscrito en el REGISTRO NACIONAL DE LUGARES HISTÓRICOS desde 2007.

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Estación de servicio Texaco en Glenrio con el Brownlee Diner al fondo

Un poco de historia…

Hacia 1901, el lugar donde hoy descansan los vestigios de lo que un día fue la población de Glenrio estaba ocupado por pequeños agricultores dispersados por la zona.

En 1903, la línea de ferrocarril de Rock Island inauguró una estación, que permitió la llegada de ganado y todo tipo de carga. Con él, el asentamiento prosperó y, con el tiempo, las grandes haciendas ganaderas dieron paso al cultivo de cereales.

El primer negocio de la ciudad fue el Hotel Kirkpatrick, abierto en 1910 por J.W. Kirkpatrick. A él le siguieron varios colmados, una panadería, la primera oficina de correos, una barbería, una iglesia, una escuela y el Glenrio Tribune, publicado entre 1910 y 1934.

En los años 20, se pavimentó el camino de tierra que atravesaba el pequeño pueblo para convertirlo en parte de la carretera Ozark Trails. Por entonces, Glenrio ya disponía de más tiendas, hoteles/moteles, estaciones de servicio y cafeterías.

Poco a poco, la ciudad creció ocupando un terreno fronterizo y dividió los negocios según la lógica empresarial de la época. Los bares y cualquier otro establecimiento que vendiera alcohol se situaron en Nuevo México (al otro lado de la frontera estaba prohibida su venta). Las estaciones de servicio se ubicaron en Texas ya que el impuesto a la gasolina era más alto en Nuevo México. El correo, que llegaba al depósito del ferrocarril, estaba en el lado de Texas, mientras que la oficina de correos de la ciudad estaba en Nuevo México.

En 1938 terminaron los trabajos de pavimentación de la nueva Ruta 66 y dos años más tarde se filmaron algunas escenas de Las uvas de la ira, el film basado en la inmensa novela de John Steinbeck. Fueron tres semanas muy emocionantes para este pequeño pueblo que nunca superó los 30 habitantes.

En esa época Glenrio se había convertido en una parada muy popular para los sufridos viajeros de la Ruta 66, ya que estaba situada entre las ciudades de Amarillo, Texas, y Tucumcari, Nuevo México, a una distancia los suficientemente grande (para los coches de la época) como para que tuvieran que hacer un descanso entre ciudad y ciudad.

En la década de los 50, la mayoría de residentes vivía de los negocios asociados a la Ruta 66, por lo que nada pudo salvar a la ciudad cuando, en primer lugar, cerró la estación de ferrocarril, y, más tarde,  la I-40 substituyó a la vieja y lenta carretera principal de Glenrio. De la noche a la mañana, los pequeños negocios del pueblo se vieron desahuciados y los pocos residentes que quedaron se fueron reubicando en otros lugares.

El nombre de la comunidad pasó a ser Glenrio ( a veces Glen Rio). Se supone que es la unión de las palabras Glen (valle, en escocés) y la palabra española Rio, pero se desconoce el por qué de tal nombre, ya que aquí ni hay rio ni hay ningún valle.

Después de salir de la autopista, hay que tomar la intersección hacia la Ruta 66 para entrar en el Distrito Histórico, que abarca no sólo el tramo original de la antigua ruta 66, una vieja pista de gravilla que no alcanza más de dos kilómetros de largo,  sino que también conserva varias estaciones de servicio, moteles y cafés del período comprendido entre 1926 y 1976, cuando era la carretera principal.

Las pocas construcciones que quedan en pie, que están situadas en sentido oeste para el automovilista, esconden muchas historias para aquellos que deseen detenerse y rebuscar entre sus escombros.

Memorias de un Pontiac Catalina de 1968 aparcado frente a una estación de Servicio

Uno de los lugares más fotografiados de la Ruta 66 es un Pontiac Catalina de 1968 abandonado frente a los restos de una antigua gasolinera Texaco en el pueblo fantasma de Glenrio. Sorprendentemente, pese a soportar años de abandono bajo un duro clima, todavía conserva los surtidores de gasolina y su puerta de entrada originales.

El vehículo en sí hace años que permanece a la intemperie, pero tiene dueño y no está a la venta. Los carteles de aviso de «Propiedad privada» y Prohibido el paso» intentan mantener distancia con los turistas, aunque no siempre es suficiente.

Entrando a Glenrio, el primer edificio a la derecha de la carretera es una estación de servicio Texaco que data de 1950. Sorprendentemente, pese a soportar años de abandono bajo un duro clima, todavía conserva los surtidores de gasolina y su puerta de entrada originales.  Joseph «Joe» Brownlee, nacido en Glenrio, construyó la estación y el restaurante adyacente. Su casa, donde vivía con su esposa Roxie y su hija Roxanne Travis, era un bungalow de la década de 1930 que aún se encuentra detrás de la estación de servicio.

Su Pontiac Catalina de 1968, blanco y oxidado, sigue estacionado frente a la gasolinera, con un oscuro pasado que desconoce la gran mayoría de turistas y aficionados a la fotografía que se plantan frente él.

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No son pocas las estaciones de servicio, los moteles o las viviendas abandonadas a lo largo de la Ruta 66. Los vehículos viejos y averiados también habitan muchas de las cunetas de esta antigua carretera. Este conjunto formado por el Pontiac y la estación de servicio abandonada es uno de los lugares más fotografiados de la Ruta 66.

Esta es la historia:

En 1950, Joseph “Joe” Brownlee, nacido en Glenrio, construyó la gasolinera y, el restaurante adyacente. Su casa, donde vivía con su esposa Roxie y su hija Roxanne, era un bungalow de la década de 1930 que aún se encuentra detrás de la estación de servicio. En 1970, cuando Roxanne contaba con tan sólo 19 años, se casó con Larry Lee Travis, de 22.

En un principio vivieron en Adrian, Texas donde el padre de Larry era predicador en la iglesia metodista, pero pronto se mudaron a Glenrio.

Hacia 1975, casi todos los negocios de Glenrio habían cerrado después de que la interestatal hubiera pasado por alto el pueblo tres años antes. En esas fechas Larry y Roxanne tenían un hijo pequeño que mantener, así que Larry alquiló una estación de servicio cerrada en Adrian, Texas,  para abrirla de nuevo y administrarla,

Durante seis meses condujo los 40 km que separaban Glenio de Adrian.

En aquellos tiempos, los tramos solitarios de la carretera podían ser peligrosos, así que los comercios locales se agrupabab para formar un cuerpo de vigilancia para patullar la calles y asegurar los negocios. La iniciativa tuvo mucho éxito y los delitos prácticamente desaparecieron, por lo que, a principio de 1976, las patrullas cesaron.

El domingo 7 de marzo, Larry, con 28 años condujo su Pontiac al trabajo por última vez.

Sobre las 20:30, Lewis Steven Powell, de 23 años, entró en la estación y exigió el dinero de la caja registradora. Nadie supo lo pasó durante el atraco, pero Powell acabó disparando en la nuca a Larry. Cuando 15 minutos más tarde, dos turistas entraron al establecimiento se encontraron el cuerpo sin vida de Larry. No había nada que hacer. Faltaba la caja registradora y su contenido, y las llaves de Larry todavía estaban en la caja registradora.

No era la primera vez que Powell asesinaba a alguien. 36 horas antes, había matado a otra persona en Dallas. Finalmente fue detenido después de un tiroteo con la policía de Colorado. También se enfrentaría a los cargos por el asesinato de Dallas y a los del tiroteo de Colorado. Se declaró culpable y fue condenado a cadena perpetua, pero inexplicablemente, tan sólo siete años después obtuvo la libertad condicional. Lo último que se sabe de él es que en 2017, volvió a estar en prisión por violar la condicional.

La estación de servicio Standard Oil de Adrian cerró después de la muerte de Larry y ya no existe. El Pontiac Catalina de Larry fue trasladado hasta la estación de servicio de la familia de Roxanne en Glenrio, donde permanece estacionado desde entonces,  como un memorial silencioso.

Roxanne Travis sigue viviendo en la casa de detrás de la gasolinera (es la única habitante de Glenrio) ,  así que hay que respetar su privacidad. Son sus perros lo que ladran si alguien aparca su coche demasiado cerca de su casa. 

No hace falta decir que explorar no es incompatible con el respeto hacia la Propiedad Privada, ni recordar que el Pontiac no es sólo un buen escenario para tomar una buena fotografía,… es una parte de la historia de Glenrio.

Brownlee Diner

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Puede que el edificio del Brownlee Diner  haya servido de inspiración a los realizadores de la película Cars (2006)  para sus animaciones. Las similitudes arquitectónicas entre este y el viejo y abandonado Glenrio motel son más que evidentes.

El edificio vacío junto a la Texaco también ha pasado por tiempos mejores. Construido para parecerse a los populares Valentine Diners prefabricados de la época, el  Brownlee Diner abrió en 1952 y  sirvió su última comida en 1973, coincidiendo con la inauguración de la I-40.

En el panel de aluminio del techo todavía se puede intuir la palabra «Diner» y distinguir la silueta de un sombrero mexicano, un recuerdo de cuando, además de diner, era un …. . Las ventanas están cubiertas desde el interior por lo que no tiene mucho sentido desobedecer los carteles de «prohibido el paso», pues no se va a ver nada.

Existe el rumor de que pasó a llamarse Little Suarez Cafe, pero parece ser que solo es eso, un rumor bastante extendido.

Texas Longhorn Motel /Cafe & Service Station

Ciento cincuenta metros más adelante, a la derecha está lo que queda del complejo del Texas Longhorn Motel, Cafe & Service Station, construido en 1955 por Homer Ereshman.

Este motel era una especie de «última oportunidad» para los viajeros de la Ruta 66, puesto que Glenrio estaba situado a 70 km de Tucumcari, Nuevo México, hacia el oeste y a 120 km, de Amarillo, Texas, hacia el este, una distancia bastante larga para los coches de la década de los 50, especialmente porque en aquella época, los vehículos carecían de aire acondicionado, imprescindible durante los calurosos meses de verano.

Texas Longhorn Motel, Cafe & Service Station

Esta postal de 1965 muestra el interior y exterior del complejo. Sus instalaciones permanecieron abiertas hasta 1976.

Texas Longhorn Motel, Cafe & Service Station
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Texas Longhorn Motel, Cafe & Service Station. En el letrero grande se podía  leer «first stop in  Texas» en un lado, y «last stop in Texas» en el otro. El diamante arlequín rojo pintado en la pared y la torre que sostenía el letrero de la gasolinera eran típicos de una estación de servicio Phillips 66 de la década de 1950. Hoy (fotografía central), sólo queda la fachada y parte del letrero, ya prácticamente sin letras.

Es difícil imaginar el patio central del motel lleno de automóviles. Detrás de tanta dejadez, apenas se intuyen sus formas.

Este es el último edificio en TEXAS.

Ya en Nuevo México, hay pocas estructuras en pie.  En 1930 John Wesley Ferguson construyó dos edificios adyacentes junto a la carretera: un motel de 8 habitaciones (1930) y el State Line Bar (1935). Unos treinta y ocho años después de su abertura, el State Line Bar sería el escenario de una tragedia que lo cerraría para siempre.

State Line Bar

El State Line Bar en Glenrio, en la frontera entre Nuevo México y Texas, es hoy un edificio abandonado y aparentemente poco atractivo, pero, en realidad, este viejo edificio de 1935 es un santuario para los cazadores de historias macabras.  Y es que en 1973, el bar sería el escenario de una tragedia que lo cerraría para siempre: el asalto y brutal asesinato de Dessie Leach.  

State-Line-Bar-&-Texaco-Service

Antigua postal de los primeros años del State Line Bar & Texaco-Service donde se podía tomar una copa, repostar gasolina y comprar sellos. Foto: 66postcards.com

State-Line-Bar Glenrio

State Line Bar. En 1960, el bar fue remodelado y convertido en un edificio mucho más sencillo, con un revestimiento de hormigón y ventanas altas y estrechas.

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Estado actual (2023) del State Line Bar. Junto a lo que queda de él se está construyendo un local para fumar marihuana.

John Wesley Ferguson construyó el State Line Bar en 1935, un bar junto a la carretera que fue pasando de propietario en propietario hasta que fue adquirido por Albert Kenneth y Dessie Leach, una pareja que había llegado a Glenrio a finales de la década de 1950.

Un asunto que preocupaba tanto a los Leach como a los demás propietarios locales es el tema de la seguridad. Y es que en aquellos tiempos, los tramos solitarios de la carretera como los de Glenrio eran peligrosos. Aún así, a pesar de un evidente desamparo, los negocios seguían abriendo. 

El 10 de julio de 1973 amaneció como cualquier otro día en Glenrio. Faltaban apenas dos meses para que el tráfico dejara de fluir definitivamente por la calle principal del pueblo y esa mañana, Dessie, de 58 años, atendía el bar sola. Sus únicos clientes eran una pareja que estaba allí de paso. Al rato, un joven rubio con tejanos azules y camisa floreada entró al local, cortando la conversación de Dessie con sus dos clientes, que abandonaron el bar en cuanto pudieron…

Cornelia Tapia se disponía a ir a trabajar cuando escuchó un ruido en el State Line Bar. Para horror suyo, vio a una mujer tambaleándose por la puerta trasera del local con el vestido cubierto de sangre y agarrándose el estómago. Era Dessie Leach, que moriría después de ser apuñalada durante el robo, antes de que pudiera ser trasladada al hospital de Tucumcari.

John Wayne Lee tenía 31 años cuando fue capturado un par de horas después en Vega, Texas, a 60 km de Glenrio. Allí se constató que, además de un cuchillo cubierto de sangre, en su camioneta también llevaba dos pistolas. Nunca llegó a explicar por qué había apuñalado a la Sra. Leach, una mujer pequeña fastidiada por la artritis e incapaz de resistirse a un robo… que fue apuñalada cuatro veces.

El 31 de octubre de 1973, Lee fue declarado culpable de asesinato y robo a mano armada, pero se libró de la pena capital, que por entonces estaba vigente en el estado.

Por matar a puñaladas a Dessie Leach se le condenó a dos penas consecutivas de entre 10 y 50 años, pero inexplicablemente salió de prisión tras cumplir menos de cuatro, ya que en mayo de 1977 fue indultado por el Gobernador del Estado. 

State Line Bar Alburquerque Journal

Alburquerque Journal ,  13 de noviembre de 1973.

La muerte de Dessie supuso el final del State Line Bar después de casi cuarenta años. Albert se mudó a San Jon y pasó sus últimos años criando caballos de carreras. El local permanece abandonado desde hace tiempo y el mobiliario que todavía se conserva en su interior se va desmoronando poco a poco.

El asalto y brutal asesinato de Dessie Leach es ignorado por la gran mayoría de turistas que fotografían las ruinas y el olvido del viejo bar… Y es que la muerte de Dessie Leach ahora es sólo un murmullo en la historia de Glenrio.

Junto a lo poco que queda del State Line (la fachada), en el mismo lugar donde antes había una pequeña gasolinera, colapsada hace unos pocos años, ahora se encuentra el único negocio de Glenrio, un  dispensario para el consumo de Marihuana (no se me ocurre un lugar mejor para levantar un club de cannabis). Un proyecto muy interesante que promete, además de sacarle un buen crédito a la historia olvidada de la ciudad, cuidar de lo poco que allí queda en pie.

Saliendo de Glenrio…

El último edificio en pie antes de abandonar Glenrio es la maltrecha Oficina de Correos.

En 1925, un año antes de la inaguracion de la  Ruta 66, como tal, John Wesley Ferguson (que después abriría un motel y el State Line Bar) construyó una pequeña gasolinera, que luego fue adquirida por por Jim Boyles ( o Broyles, según la referencia), quien la dirigió como Boyles Mobil Gas Station.

El sobrio edificio con forma de caja funcionó más adelante como oficina postal. Le faltan todas las puertas y ventanas, lo que hace que parezca aún más antigua de lo que realmente es. A un lado, escrito en la pared, todavía se puede leer «oficina de Correos».

Justo detrás de la oficina postal se encuentra el edificio en pie más antiguo de Glenrio (1910), conocido como la Casa del Ángel, usado en los años 30 y 40 por J. W. Ferguson para acomodar al personal que trabajaba en sus negocios.

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Angel House, el edificio más antiguo de Glenrio

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Oficina postal de Glenrio, en el lado de Nuevo México.

Desde mediados de la década de los 50, el tramo de Ruta situado en Nuevo México incluía una pequeña mediana para separar los carriles en dirección este y oeste.

Debido a la popularidad de la ciudad y la cantidad de tráfico que absorbía, la carretera se amplió a cuatro carriles y se agregó la mediana en el lado de Nuevo México.

Esta parte no ha sido repavimentada desde 1975 y  hoy en día apenas circulan coches, pero en sus mejores tiempos, la línea estatal era atravesada por unos 3.500 vehículos al día.  

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Ahora crece la hierba a través de las grietas en el asfalto en los cuatro carriles.

Unos cientos de metros más adelante en dirección oeste, la carretera principal se bifurca tímidamente, dejando a la derecha una antigua alineación de la Ruta 66 que se dirige hacia el viejo San Jon Creek Bridge. Si  se quiere visitar el puente, tendrá que ser andando, ya que la carretera está cerrada al tráfico y hay que sortear una valla.

Por la izquierda, la Ruta 66 sigue un lento camino de grava hasta ENDEE, otro antiguo pueblo abandonado a 8 kilómetros de Glenrio (a estas alturas, una opción razonable es dar media vuelta y coger la I-40 hasta la siguiente salida ).

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Al final de Glenrio, la Ruta 66 se bifurca en dos alineaciones obsoletas, el camino de grava de la izquierda se dirige a Endee, mientras que el de la derecha, que hay que recorrer andando, se dirige hasta el San Jon Creek Bridge. 

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La vieja Ruta 66 hacia el  San Jon Creek Bridge

En el puente sobre el  pequeño arroyo acaba nuestro maravilloso paseo por Glenrio. Muy pronto, aquí ya no quedarán más que recuerdos,  pues los pocos edificios que quedan en pie están demasiado expuestos y se están degradando muy rápidamente. Una pena porque, incluso en su estado de abandono, ha conservado un encanto único, reconocido por miles de viajeros y fotógrafos que han experimentado su extraña belleza.

Y es que, a pesar de los carteles descoloridos por el sol y las entradas cubiertas de maleza, no es difícil imaginar cómo pudo haber brillado en su apogeo.

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